lunes, 19 de octubre de 2009

Editorial 18-10-09

Hace 2500 años, en Grecia, un personaje –para algunos- humorístico, que carecía de estudios, pero que revolucionó el pensamiento, deambulaba por Atenas, preguntándoles a los ciudadanos si sabían qué era la belleza, que era la justicia, o qué era la verdad.
Su nombre era Sócrates, y no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias ideas. Para ello, el filósofo se valía de preguntas. Volvía a preguntar una y otra vez, hasta dejar claro, que no había respuestas para todo; pero mientras tanto lograba que el interlocutor reflexione sobre los grandes temas.
Sus preguntas no intentaban saciar su curiosidad, sino construir un diálogo.
Tarea nada fácil en la antigüedad, y mucho más complicada en la Argentina contemporánea.

¿Dónde están nuestros hijos?, quisieron saber las Madres de Plaza de Mayo en plena dictadura.

¿Por qué nos arrancan nuestros retoños para llevarlos a la guerra?, se preguntaron las madres de los combatientes de Malvinas.

¿Por qué le hicieron esto a mi hija?, repitió una y mil veces Ada Morales, la madre de María Soledad.

¿Por qué no hacen nada contra la droga?, se interrogan las Madres del Paco.Son preguntas que parecen no tener respuesta.

Desgraciadamente, en nuestro país, los interrogantes incómodos, se convierten en un peligro para quién los formula.
El poder, cualquiera de ellos, no entiende que otro ser los interrogue, los increpe, les exija explicaciones. Lo más terrible, es que de a poco, en todos los estamentos de la sociedad comienzan a molestar las preguntas.
Primero fueron los dictadores, desde la década infame hasta Videla; Luego los líderes democráticos empezaron a ver fantasmas en el periodismo: así lo expresaron Menem, De la Rua y Duhalde; Hasta los empresarios se irritaron con la prensa por sacarle una simple foto, como pasó con Alfredo Yabrán. Y en estos años, el matrimonio Kirchner llegó a hablar de “generales multimediáticos” y encontró mensajes “cuasi mafiosos” en un dibujo de Menchi SABAT, el notable dibujante del diario Clarín.

Esta semana, hasta el técnico de la selección nacional de fútbol, reaccionó de la peor forma ante las críticas sobre la forma en que conduce los destinos del combinado argentino. Pese a todo, seguimos preguntado.
¿Si se adelantaron la elecciones a junio para solucionar la crisis económica, por que el gobierno lo único que hace es usar su mayoría el congreso para disciplinar a sus enemigos?
¿Cuántos argentinos se contagiaron de Gripe A? ¿Cuántos murieron? ¿Cuántos se siguen tratando?
¿Qué pasó con el Dengue?
¿Cuándo se va a ser creíble el Indec?
¿Por qué el estado gasta 600 millones de pesos en el Fútbol, cuando no hay recursos para asistir a millones de niños que nacen en hogares pobres?

Silencio de radio … es la única respuesta.

“Dios me puso sobre vuestra ciudad como a un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto”, dijo Sócrates, aquel hombrecito que preguntaba. Y el Tábano contemporáneo, como lo entendió Natalio Botana, el fundador del mítico diario Crítica, es el periodismo. Desde allí, seguimos preguntado, escuchando y apostando a un país, donde se debatan ideas.

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